Todos los que hoy bordeamos los 30, los nacidos en la década de los 80, tenemos todavía el estigma de ser catalogados de ‘muy jóvenes’ para poder competir en opinión con quienes ya peinan canas. Es nuestra palabra muchas veces vilipendiada por el simple hecho de no haber vivido la ‘época dorada’ de la que se jactan los ‘mayores’ de la tribu. Y es que al parecer en nuestro querido Perú, no haber visto a la selección del 70, es una suerte de desdoro moral.
Esto se debe, quizá, a que el último héroe futbolístico mundial es casi contemporáneo con este sector poblacional al que me refiero, sólo los más antiguos de le década -y con muy buena memoria- pueden recordar al verdadero Maradona, o retazos de él, y no al que regresó a Boca con un mechón amarillo. Aunque suene malcriado, ese fue un manotazo de ahogado, como el Jordan de los Wizzards, el Schumacher de McLaren. Ejemplos sobran.
Habrá quienes porfiados, me repliquen: ¿¿Ronaldo, Zidane, Ronaldinho, Figo, Van Basten, Stoichkov, esos monstruos, dónde quedan?? Quizá, pero aún, por lo cercano de su historia, no son catapultados a leyenda. No han sido canonizados, por así decirlo.
En este marco ofensivo para quienes minimizados reclamamos una opinión, es que aparece el Barcelona español, la sinfónica del Pep, el ballet blaugrana de Messi, Iniesta, Xavi, Puyol y compañía. Este equipo de la comunidad autónoma de Cataluña reivindica nuestro derecho de opinión a quienes, durante años, nos hemos visto reducidos con comentarios tan despectivos como, ‘déjalo, está muchacho’.
Hoy puedo decir que el Barcelona será considerado -si no lo es ya, es porque hay mucho necio- el mejor equipo de la historia, por números, por fútbol, por belleza, por estética, por perfección, por Messi, por Xavi, Por Iniesta, por Guardiola, porque como ecuación son perfectos, y porque no hay nadie que pueda decir que no disfruta viendo jugar al Barça, porque habría que ser ciego, y sospecho que hasta en braille sería poesía.
No puedo asegurar que ganarán la Champions nuevamente, no puedo aseverar si seguirán a este aplastante ritmo por mucho tiempo más, pero lo que ha demostrado hasta hoy, es más que suficiente en un fútbol moderno donde ya no se ven tetracampeonatos o equipos que se abracen por mucho tiempo a la cima, por lo intenso de la competencia. Son y serán por muchos lustros el mejor equipo del mundo, y para convenirlo no hay que ser Nostradamus.
“La belleza es una noción abstracta ligada a numerosos aspectos de la existencia humana, que a través de una experiencia sensorial (percepción) procura una sensación de placer o un sentimiento de satisfacción. En este sentido, la belleza proviene de manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido. Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista (quae visa placet)”
Ese fútbol del Barcelona es bello en todos los aspectos; su forma –ubicados simétricamente, como si Da Vinci fuera quien elabora los esquemas-; el aspecto visual –intensamente ligado a lo anterior, el Barza pareciera maniobrado por un experto titiritero, que no da puntada sin hilo, cada pase o remate tiene un por qué y un cómo-; el movimiento –los espacios ocupados de forma perfecta, magistral, ningún paso sin calcularse, como equipo-; y hasta el sonido -el de los aplausos que genera de la gente, como si se tratase de una presentación de “Sueños de una Noche de Verano” en el “Teatre de la Santa Creu “de Barcelona-.
Pueden decirme exagerado, alienado, arribista, que apoyo simplemente al exitoso, vendedor de humo, pueden decir lo que quieran, porque el fútbol da para el debate, ahí están los ‘Mous’ del mundo dispuestos dar la contra, con todo derecho. El fútbol se presta para esto y mucho más, y eso es lo maravilloso, eso lo hace apasionante, eso lo hace el deporte más hermoso del mundo, el mismo que hoy se ve engalanado, por el que le duela a quien le duela, MEJOR EQUIPO DE TODOS LOS TIEMPOS, y a nosotros, solo nos queda disfrutarlo, porque desgraciadamente, no será para siempre.
Foto: http://www.facebook.com/LeoMessi
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