martes, 8 de septiembre de 2009

Calma ... fue sólo un triunfo

De Julbo Chicha


La sorpresa de la victoria ante Uruguay parece haber recrudecido el aciago mal que nos atormenta hace muchos años, aquel tan peruano pasatiempo que parece ser la causa de tantísimos desbarajustes históricos, que hoy nos tienen en la última posición de la tabla. El achaque al que hacemos referencia, es aquella torpe facilidad de olvidar, ese padecimiento que nos permite pasar por alto una eliminatoria tan nefasta, por un recuerdo parecido a la alegría, una suerte de añoranza borrosa de lo que pudo ser un momento grato.

Este último sábado, aficionados y "periodistas" creyeron volver a vivir la "casi clasificación al mundial del 98", y vibraron, con alteración desmedida, ante las arengas de un sobreexcitado Roberto Palacios, que aclamaba un triunfo ante una selección rioplatense, que a decir verdad, y sin tratar de desmerecer, no mostró argumentos para estar en la fase final de la Copa del Mundo.

Una vez más, y sin afán de convertirnos en la voz crítica y desalentadora, el triunfo de Perú, tan celebrado por algunos, no debe borrar, ni por asomo, lo patético del último lugar de la tabla. No es posible soportar comentarios como "la vivacidad del Chorri le devolvió la alegría al Perú". Esta falacia, disfrazada de patriotismo, no es más que la evidencia del retroceso del fútbol peruano. Roberto Carlos Palacios Mestas, fue un gran jugador en la década de los 90, fue por mucho tiempo la imagen de la selección –aunque esto no suene a mucho, pues llevamos más de 25 años sin mundial-, pero su presencia "hoy" con la divisa bicolor, demuestra que el recambio generacional no ha funcionado, manifiesta que debemos apelar a jugadores que ya cumplieron un ciclo, y exhibe el por que no iremos al mundial africano.

Luego de ver la exaltada celebración, podría ser un indicativo claro del por que de nuestra falta de triunfos. Pensemos. La clave del éxito de selecciones, uruguayas, paraguayas, incluso ecuatorianas o chilenas es, justamente, aquella capacidad de no ensalzarse por logros menores, sino aguardar calmos y concentrados, hasta llegar al fin supremo, y en el caso del fútbol, es obviamente el Mundial. Otros incluso, como Argentina o Brasil, a diferencia del resto de países, no se conforma con llegar, sino que van a ganar. Es este apetito de triunfo es el que debemos interiorizar. Ofende sospechar que alguno de los integrantes de la selección puede sentirse bien con su conciencia y "dormir tranquilo" -Palacios dixit-, por este aislado triunfo.

Sin duda pareciera que este post es una suerte de atentado a la imagen del querido Chorrillano Palacios. Y es que, con el respeto que se merece y a criterio eminentemente personal de quienes componen el blog, verlo llorar, flameando la camiseta peruana por los cielos, y levantado en hombros, fue un espectáculo circense. Nadie duda por un instante el amor de Palacios a la camiseta blanquirroja, y lejos de criticarlo, se le agradece aquella tan patriótica deferencia. Pero es incluso incoherente que este añejo jugador llegue al éxtasis en una circunstancia tan negativa del equipo, lo que haría sospechar simplemente, e intentando dar una respuesta, que el chorri ansiaba alimentar su hace buen tiempo maltratado ego de alguna forma, pareciera que el pequeño volante necesitaba un baño de pueblo a gritos. Y vaya que lo consiguió.

Entonces, para cerrar la idea, es cierto que el hincha debe cumplir su rol, asistiendo al estadio, apoyando, gritando durante los noventa a pesar de estar eliminados, es esta su obligación, y los 5 000 mil asistentes tienen un bono extra por la devoción demostrada. Pero nada le indica al HINCHA que debe caer presa del conformismo, aquel del que lamentablemente somos víctimas por la alucinante escasez de triunfos. Los peruanos necesitamos, muchas veces, abrazar cualquier excusa para expulsar esta rabia contenida por más de 25 años. No perdamos la brújula, pues dentro de poco, un octavo lugar podría sonar aceptable, siempre y cuando le empatemos a Brasil!!!.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Incoherencia es la Consigna



Con esta falta, Martin Taylor sacó de las canchas a Eduardo da Silva por exactamente 12 meses. Esta atrocidad se produjo el 23 de febrero del año pasado y da Silva no pudo volver a jugar sino hasta el 16 de febrero de este año. ¿¿Y el infractor?? Tres miserables partidos de suspensión, aquel fue el precio al posible fin de una promisoria carrera. Nada más.



Hace una semana, en el Arsenal vs Celtic por la Champions, Eduardo da Silva, el mismo protagonista de la jugada anterior, fingió descaradamente un penal. La indignación de Boruc, arquero del Celtic, es comprensible. Da Silva cobró el penal, anotó y celebró. El Arsenal ganó y clasificó a la fase de grupos. Ahora, siete días después y tras el reclamo del Celtic, la UEFA está considerando la posibilidad de imponer al croata-brasilero una sanción de dos fechas.

¿Qué está pasando en el fútbol? Hay alguna lógica entre "3 fechas por cometer una falta criminal, dejando 12 meses fuera al rival" vs "2 fechas por simular un penal". O será que, vistas las imágenes, da Silva dejó en evidencia la incapacidad del juez del partido... y es a él a quien se quiere proteger? Con fallos de este tipo sólo se logrará matar poco a poco la esencia del juego. Dónde queda la viveza, la picardía del jugador para engañar al rival, al juez y hasta a la tribuna. Para eso se inventó la "tarjeta amarilla por simular". Si el árbitro no se dio cuenta, mala suerte. Sino... suspendan a Maradona y quítenle la licencia para dirigir. Si tuvo la desfachatez de hacer un gol con la mano!!!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Todavía (a pesar de todo) quiero verte

De Julbo Chicha


En una situación normal, si la lógica cumple con su papel estadístico, si las probabilidades se hacen fuertes, si la coyuntura pone su granito de arena y la incapacidad el resto, volveremos a perder en eliminatorias. Perú debería perder. Merecería perder. Pero finalmente, lo que suceda en las próximas cuatro fechas –Uruguay, Venezuela, Argentina y Bolivia- no será más que una anécdota, un mal presentimiento. Es prácticamente de conocimiento público que por lo menos una goleada más nos vamos a comer, y esto no debe ofender a nadie.

Pero la idea del post no es humillar más a un ya humillado plantel nacional. Por el contrario. Lo mencionado líneas arriba, aunque más de un mojigato reaccione llamándonos traidores o antipatriotas, es lo que 90% de los aficionados pensamos. Justamente, basándonos en eso, tratemos de hacer que este sinuoso camino sea más sobrellevable, para los jugadores e hinchas, víctimas en muchos casos de la inoperancia contextual. Todos los demás implicados –cuerpo técnico, dirigentes y jugadores traidores-, absolutamente todos, sin dejar uno en pié, deben asumir su culpa y sentir el inmenso repudio que se registra hacia esta interminable lista de nulos que hoy nos ubican en el fondo de la tabla.

Por dar un ejemplo, cómo es posible que este personaje patético -que por ponerse zapatos de charol y un terno con una insignia bordada siente que es un entrenador de nivel europeo- diga tan suelto de huesos, con la ligereza que lo caracteriza: “Espero terminar las eliminatorias ganando algún partido”. ¿?¿?¿?¿?¿?¿? Es verdad lo que escuchamos? o es que quizá este personaje ha sido extraído de una obra teatral de algún maestro francés, amos y señores del absurdo y el desconcierto. Encantado habría estado Georges Feydeau de escribir acerca de este paupérrimo remedo de entrenador, mascullando en conferencia de prensa alguna de estas estupideces, que solo generan en el hincha una mayor sensación de cólera.

Entonces, los cuatro partidos restantes significarán una suerte de viacrucis para los HINCHAS de la Selección Nacional, para aquellos que eliminatoria tras eliminatoria sueñan con ir al mundial, con ver esa camiseta blanca con franja roja, codeándose con los mejores del mundo, y caer probablemente en fase de grupos, pero estar, ser parte. Lamentablemente, un enorme grupo de ineficaces les niegan la posibilidad conseguir aquel cada vez más utópico objetivo.

Por otro lado, e intentando aclarar, la misión del FANÁTICO, tal y como ha quedado demostrado a lo largo de la historia, es así, homérica, imperturbable, ardida. La tarea del HINCHA -el verdadero- es y seguirá siendo la de mantenerse en pie, apoyando e insistiendo cuando la situación, por más negativa que fuese así lo exige, y por otro lado la de celebrar como propio el triunfo cuando este se presenta. No hay lugar a reclamos, eso habrá que dejárselo a los aficionados, aquellos que pagan por un espectáculo, e indudablemente en nuestros estadios no lo habrán de encontrar –salvo algún esporádico concierto-. En estos momentos difíciles, el Perú -La Selección- más que nunca necesita HINCHAS, PARTIDARIOS, SEGUIDORES, ADICTOS, los que buscan entretenimiento, ahí tienen el teatro.


De Julbo Chicha