viernes, 7 de octubre de 2011

Perú Campeón


Perú Campeón. Sudemos la camiseta. Vamos con todo. Una sola camiseta. Somos uno. Arriba Perú carajo. "Viviendo la previa".

Cada Perú-Paraguay (primer partido de eliminatorias desde hace 5 procesos) se vive con euforia. Es que siempre hay algo de qué agarrarse, algo que hace que el hincha peruano, acostumbrado a sufrir, viva el Perú-Paraguay como si en ese partido se nos fuera la vida. Los hinchas-turistas, esos que hace un par de semanas inundaron las redes sociales pidiendo que se suprima el descentralizado luego de la tragedia del Monumental, inundarán de la misma forma el Nacional, alentarán como si fueran futboleros de toda la vida, posarán para las fotos.

Es que siempre creemos que hay una luz al final del túnel. Cada proceso que comienza vemos esa luz, pero con el transcurrir de los partidos nos damos cuenta que el túnel era demasiado largo. Que la luz estaba más lejos de lo que pensábamos. Que nuestro carro no avanza a velocidad suficiente. Pero siempre, siempre hay algo a qué aferrarnos -eso Burga lo sabe muy bien, por eso las entradas al Perú-Paraguay cuestan el triple que para el Perú-Bolivia-.

Esta vez, la esperanza del pueblo peruano es el DT, el "Mago" Markarián, que ya nos dio el "tercer lugar" en la Copa América -aunque no le ganamos a nadie-. Nos aferramos a la capacidad del entrenador, a la tranquilidad que transmite, pero siempre sin dejar que le pisen el poncho. Que sabe llevar la disciplina del grupo -al menos, así parece desde fuera-. Y porque se le identifica como un hombre exitoso: campeón nacional con la "U" y subcampeón de la Libertadores con Cristal, nada menos. Pero tal vez no baste con eso. Muchos preguntan por qué Perro Flaco no es hincha de la selección, por qué siempre habla mal del equipo, por qué no reconoce los "logros" del plantel. La respuesta es muy, muy simple: obligarme a sentir algo por este equipo es como decirle a alguien de La Victoria que TIENE que ser hincha de Alianza. A mi me gusta el fútbol jugado con identidad, con jugadores comprometidos, con garra, fuerza, pero también el toque elegante, la clase, la técnica bien ejecutada. En suma, que el futbolista se mate por su camiseta. Y no lo he visto nunca, ni cuando seguí la eliminatoria a Italia ´90, ni a Estados Unidos ´94, ni a Francia ´98, ni a Japón-Korea ´02, ni a Alemania ´06, ni a Sudáfrica ´10. Nunca he visto, salvo muy honrosas y rebuscadas excepciones, jugadores peruanos comprometidos con la causa, con ganas de clasificar, con ganas de jugar un mundial. Esa falta de ambición es la que me asquea, y parece, PARECE, que Markarián se ha dado cuenta de esto y tiene la intención de cambiar esa tara. Estas dos primeras fechas serán claves para saber si el cambio de actitud, por lo menos, ha comenzado.