La historia Sin Fin

El caso Montaño, que inició como un duelo de comadres –y no de compadres-- hoy toma ribetes de caso policial, ante la sorpresiva denuncia de Montaño acerca de llamadas amenazantes para con él y su familia. Sorprende, por ejemplo, que Johnier asegure que desde finales de diciembre reciben, tanto su hija como su esposa, llamadas exhortando al colocho a no jugar por el cuadro íntimo, con un sin número de palabras altisonantes de por medio. Esto es ciertamente condenable. Pero entonces, con el mismo criterio con el que él dice actúo al firmar por Alianza, para proteger a su familia, dado que la “U” había incumplido el acuerdo económico al que llegaron, y como es lógico el debe mantener a su familia, utilizando ese mismo criterio, cómo es posible que denuncie semejante atrocidad recién en la quincena de febrero, exponiendo a su familia a más de un mes de insufrible maltrato mental? Una denuncia de tan alto calibre no debió esperar horas para salir a la luz.

Que Johnier Montaño es un jugador excepcional, nadie lo va poder negar, pero así de incuestionable va ser también su escasez de criterio, sentido común o como quieran llamarle. A pesar que los Agremiados se desvivan por defender a este jugador, --lo cual es su función y se respeta, mas no se comprende-- no es permisible que un extranjero, por muy hábil que sea, venga y se burle de los dos clubes mas importantes de nuestro país, inclusive que se pretenda exonerar de culpa al implicado. Montaño cometió un error, “por buena fe” como él lo dice, pero un error es un error, y como tal debe tener consecuencias, por más tristes que estas sean. A cualquier persona que disfrute del buen fútbol, le gustaría ver a Montaño jugar en nuestro país, el espectáculo que brindan jugadores de la talla de Montaño ó Candelo son dignos de elogio, pero eso no garantiza impunidad, ese talento que profesan, no implica que tengan derecho a hacer y deshacer como los parezca.

Montaño está, cada día que pasa, más lejos de jugar en el Perú, ante tanto problema y ante las constantes ofertas que aparecen del extranjero, Johnier en cualquier momento patea el tablero y decide marcharse, “por el bienestar de su familia”, no sin antes haberse burlado de los dos “Grandes del Fútbol Peruano”.