Y entonces, sucedió...

Y llegó el día. Inflado por las constantes declaraciones altisonantes, aquellas que ya lo ubicaban entre los 5 mejores jugadores del mundo, que lo vendían a más de 15 millones de dólares, aquellas que lo comparaban con Messi ó Maradona, terminaron por generar una terrible confusión en Manco, al punto que su cerebro dijo BASTA! Y dejó de funcionar, sólo para luego dar unas declaraciones increíbles, cobardes e irracionales, dignas de un enfermo mental.

¿Te estás cuidando para irte a mitad de año a Holanda?

Es verdad. Tengo un contrato asegurado y tengo que cuidarme, ¿no? Sería loco ir con todo a exponerme sabiendo esto. Debo cuidar mi futuro y mi trabajo. No quiero poner en riesgo mi futuro.

¿Pero en este momento te debes a Alianza?

Seguro, pero qué voy a hacer. Me debo al PSV también.

¿Ese es el temor que tienes?

Esa es la cuestión que no me deja jugar día a día. No estoy confundiendo el temor con lesionarme, es así. Aunque no quiera, es mi reacción de protegerme.

¿Pedirías licencia?

Voy a conversar con la dirigencia para ver cómo resolvemos el tema.

¿Estás ansioso por irte?

No ansioso, creo que me desarrollaría mejor allá, en Holanda, porque estaría más tranquilo.

¿Conversaste con el técnico Arrué?

Todavía no. Como digo, es una decisión que tengo tomada y veremos cómo resolvemos el tema.

¿Esto surge por temor a alguna entrada fuerte?

No vengo jugando bien. Acá los defensas son mala leche, da miedo ir a la dividida porque me puedo lesionar y perjudicar mi futuro.

Esta es la infeliz consecuencia de lo que venía siendo la crónica de una muerte anunciada, ni más ni menos, un futuro que pudo ser inmenso, una persona que pudo ser ídolo, en su equipo y selección, hoy se convirtió en la imagen de la mediocridad. Si tiene miedo de lesionarse con alianza, no es factible que se le convoque a la selección, podría romper alguna de sus millonarias piernas.

Y paradójicamente, no es completamente culpa de Manco, es culpa de la prensa, es culpa de los Peredos, Beingoleas y sus demás chupamedias, de los redactores de El Bocón, Líbero, en fin, todos aquellos que convirtieron la cabeza de Reimond Manco en un arroz con moco, y que hoy lo convierten en la viva imagen de la vergüenza con estas pobres declaraciones.

Que no se diga que es sorprendente lo que acaba de suceder, fueron incontables los anticipos que dio este jugador, clarinadas de alerta constantes que debieron abrirle los ojos al cuerpo técnico aliancista, a los dirigentes y a quienes más daño le hicieron, los “periodistas”, que lo llamaron Rei, Pelusa, etc… Sobre ellos pesa la destrucción no solo de una carrera sino la malformación mental de un joven de 17 años que tenía una vida por delante.