El domingo, Beingolea sorprendió en Versus diciendo que “si pensábamos que Manco era la salvación del fútbol peruano, tendremos que esperar”.
Manco completa, a duras penas, 5 o 6 partidos en primera división. 5 o 6 partidos donde su actuación ha sido mediocre y con un único gol anotado. Digamos que parece “un juvenil más”, a quien Arrué ubica en el campo para cumplir con esa estupidez de la “bolsa de minutos”.
Mirando más atrás, Beingolea sindica a Manco como “la salvación del fútbol” por lo hecho en el sudamericano –donde fue elegido jugador del torneo- y en el Mundial Sub-17, donde formó parte del equipo ideal. “Los Jotitas” acapararon toda la atención de la prensa. Hoy incluso tienen una serie de televisión con su historia. Pero, ¿qué logró ese equipo? Por todos lados se escuchaba que “este equipo ha puesto nuevamente al Perú en la elite del fútbol mundial”, “todos hablan de Manco, el nuevo Messi” y tonterías por el estilo. ¿¿Cuántos saben que Chile terminó tercero en el mundial sub-20 del año pasado? ¿¿Cuántos podrían mencionar UN SOLO JUGADOR de ese equipo Chileno??
Ahora Manco pide perdón por sus declaraciones “en caliente”, dice que no ha madurado nada, que ya no quiere irse. Dice que ha hecho una “fuerte autocrítica” y que va a pensar muy bien antes de dar declaraciones. Incluso dijo que piensa contratar los servicios de un psicólogo deportivo. El problema aquí es que no se trata de aceptar que lo que dijo fue un error y que lo dijo en caliente –a pesar que sus declaraciones no son al finalizar el partido, sino varios minutos después, cuando los jugadores ya salen del camarín- y además generalmente lo que se dice en caliente y con el hígado nunca es mentira. El problema de fondo es que Manco no es ya un chiquillo, el rol que asumió cuando aceptó los aplausos de la hinchada, besando el escudo, cuando declara que quiere salir campeón con alianza, el rol que asume cuando se pone la camiseta del "equipo de sus amores" va mas allá de los 17, 18, 19, 25 ó 40 años. Manco por más joven que sea se convirtió en una insignia de su club, y ningún contrato europeo lo puede exonerar de esa responsabilidad. Parece que en Alianza se hizo costumbre cometer el error y salir en todos los medios asegurando arrepentimiento, pero siempre sin recibir sanción.
Esta historia se esta haciendo repetitiva, los exabruptos de este novel candidato a “eterna promesa” se hacen cada vez mas frecuentes, y esto muy a pesar de ayayeros como Beingolea, que quieren disminuir el hecho asegurando que “el aceptar el error no hace sino engrandecer a Reimond”.
Lo único que se conseguirá con esta actitud de apañamiento es acostumbrar al “pelusa” -como lo llaman los comechados- a que sospeche que tiene carta libre para decir, hacer o balbucear lo que le venga en gana.
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