El gol chileno en el último minuto dolió, y con un insoportable hedor a dejavú, nos hizo recordar momentos terribles de la historia de nuestro fútbol. Y es en medio de este ‘boom’ de las redes sociales, que me voy a permitir citar a un cibernauta, que publicó al borde de las lágrimas, “Y si le pedimos a la Fifa que los partidos duren solamente 89 minutos?”. Fue una historia repetida, dolorosa y lamentablemente acostumbrada.
Pero más allá del resultado, de los fríos números, el partido peruano fue digno –que luego de años de frustraciones, es bastante-, los del ‘mago’ dieron pelea, metieron, lucharon, y demostraron que el principal cambio, aunque no es total, es de la cabeza. Incluso una selección alterna supo plantársele al competitivo equipo Mapocho, y hasta el error de Libman -quizá por falta de continuidad- se sacaba un resultado más que alentador.
Pero lo mejor vino después del partido, en la sala de conferencias, cuando Sergio Markarián demostró que la tiene más que clara, y explotó tanto ante una prensa que se siente dueña de la verdad e intocable, como frente a algunos entrenadores y jugadores que camuflan sus deficiencias y falta de trabajo, con el facilismo de etiquetar a los equipos rivales como defensivos.
“No estoy dispuesto a aceptar los rótulos, estoy podrido, de algunos medios, periodistas y los técnicos incluso que ponen rótulos .. y es que creo firmemente que los que trabajamos honestamente dentro de las posibilidades que tenemos, también merecemos tolerancia”, afirmó el DT peruano ante la sorpresa de algunos, y la molestia de los mas caraduras. Más claro, imposible.
Markarián entiende a la perfección que es Perú, sabe que no somos ese gigante dormido, y percibe que con trabajo, mucho trabajo, podemos llegar a ser un equipo competitivo, que no sea fácil doblegar.
Pero quizá lo más importante que deje el Uruguayo aun cuando suelte el cargo, sea esa “idea” -mencionada en el párrafo anterior-, interiorizada en la cabeza de los dirigentes y jugadores. Basta de sentirnos poderosos y legendarios, asumamos nuestro papel de equipo chico, en formación, y por favor, que nadie se ofenda, porque es la pura verdad.
Pero más allá del resultado, de los fríos números, el partido peruano fue digno –que luego de años de frustraciones, es bastante-, los del ‘mago’ dieron pelea, metieron, lucharon, y demostraron que el principal cambio, aunque no es total, es de la cabeza. Incluso una selección alterna supo plantársele al competitivo equipo Mapocho, y hasta el error de Libman -quizá por falta de continuidad- se sacaba un resultado más que alentador.
Pero lo mejor vino después del partido, en la sala de conferencias, cuando Sergio Markarián demostró que la tiene más que clara, y explotó tanto ante una prensa que se siente dueña de la verdad e intocable, como frente a algunos entrenadores y jugadores que camuflan sus deficiencias y falta de trabajo, con el facilismo de etiquetar a los equipos rivales como defensivos.
“No estoy dispuesto a aceptar los rótulos, estoy podrido, de algunos medios, periodistas y los técnicos incluso que ponen rótulos .. y es que creo firmemente que los que trabajamos honestamente dentro de las posibilidades que tenemos, también merecemos tolerancia”, afirmó el DT peruano ante la sorpresa de algunos, y la molestia de los mas caraduras. Más claro, imposible.
Markarián entiende a la perfección que es Perú, sabe que no somos ese gigante dormido, y percibe que con trabajo, mucho trabajo, podemos llegar a ser un equipo competitivo, que no sea fácil doblegar.
Pero quizá lo más importante que deje el Uruguayo aun cuando suelte el cargo, sea esa “idea” -mencionada en el párrafo anterior-, interiorizada en la cabeza de los dirigentes y jugadores. Basta de sentirnos poderosos y legendarios, asumamos nuestro papel de equipo chico, en formación, y por favor, que nadie se ofenda, porque es la pura verdad.
De Julbo Chicha |
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