Pero lo que consiguió Guardiola y la “Sinfónica del Pep” -como se le conoce ahora a este Barza genial, que le ejecutó un Réquiem a cuanto rival se le puso en el camino- fue regalarnos a todos los que ahora bordeamos los veintitantos años, una historia para compartir, un equipo que recordar, un cuadro del cual vanagloriarnos en nuestros años de vejez y poder decir finalmente “ahh pero es que tú no viste al Barcelona de Messi, Xavi, Puyol, Iniesta, Henry, Eto´o... esa aplanadora impía que entrenó el Pep”. Por fin, tras tortuosos años de leyendas y héroes imaginarios, se hizo justicia y pudimos ver, en vivo y en directo, semejante armonía dentro de los 120 x 90 del terreno de juego.
Ahora se escucha a lo lejos el eco de los ignorantes que decían que el fútbol agraciado nunca más iba a volver, que el fútbol de toque descansa en el recuerdo de los antiguos y que ahora la velocidad y la fuerza son adjetivos del balompié, que el ganar y jugar bonito es un sueño de opio de un grupo de románticos retrógrados. Cojudeces.
Champions League, Copa del Rey, Liga Española, con números tan alucinantes y escalofriantes como: 104 goles en 38 partidos disputados en el campeonato español. Los azulgranas demostraron que no hay mejor defensa que el ataque, pues tener la pelota es preferible a cualquier “catenaccio”. Lo que presentó el cuadro culé partido tras partido fue una amalgama de fútbol y marca, de ataque incesante, con presión antes de los tres cuartos de cancha, un equipo que supo mezclar la genialidad con el sacrificio. Ni Puyol, Piqué Keyta o Abidal son jugadores virtuosos, pero encajaron perfectamente en el engranaje del club catalán, el despliegue de energía y adrenalina que ponen en cada pelota le dan al Barza la cuota de garra que se necesita para convertirse en un conjunto triunfador. Y más ganador que ellos, hoy, no hay. Para muestra, La triple Corona, jamás conseguida por ningún equipo español en la historia.
No creo apresurarme al insinuar que este Barcelona será recordado, en un futuro cercano, como el mejor equipo de la historia, ese que le devolvió la alegría a un fútbol frío, ese que le regaló la sonrisa al fútbol serio, los blaugranas le regalaron improvisación, a un fútbol simétrico. Este Fútbol Club Barcelona volvió a instalarle al fútbol su mas importante valía, la pelota, esa que metódicamente se había olvidado entre tácticas, pizarras y marcas personales.