Bastaba con ver la cara del Chemo y sus pupilos al regreso de su aventura por tierras chilenas: rostros desencajados, miradas perdidas, sonrisas fingidas y respuestas malcriadas a una prensa incrédula y ávida de respuestas; bastaba ver los rostros de nuestro “referentes”, para darnos cuenta que lo único que querían era abordar el primer avión que los lleve de vuelta a su club. Bastaba con ver a la gente colmándolos de abucheos para darnos cuenta que el saldo en estas primeras dos fechas es más que negativo, y no tanto en lo matemático… matemáticamente todavía se puede – parafraseando al hípico ex entrenador peruano Francisco “Pacho” Maturana-. El saldo es infinitamente negativo en lo emotivo, en lo anímico. Ahora, fuera de tener una selección que no juega a nada y un grupo de jugadores que no tienen un verdadero nivel internacional, tenemos un público descontento y susceptible, un publico que por experiencias pasadas seguirá llenando los estadios fecha a fecha, pero que lejos de alentar, será el principal crítico de una selección que a menos que mejore ostensiblemente, será visitante las próximas 16 fechas.
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