lunes, 5 de abril de 2010

Clásico de Ajedrez

De Julbo Chicha

Hay muchos que se rasgaron las vestiduras luego del clásico del sábado por la noche, periodistas que lo catalogaron de aburrido, dándole como máximo mérito el que haya sido luchado, trabado, también hubo ex futbolistas que hablaban de que un clásico sin futbol espectáculo es un verdadero fiasco –lo que me obliga a preguntarme si en los últimos 20 años realmente hubo algún clásico con ese fútbol espectáculo- . Pues me atrevería a porfiarles a todos estos “sabios”, a las lumbreras que diariamente nos castigan con sandeces, porque si bien es cierto no fue un partido de diez puntos, lo que dejaron los jugadores en la cancha también es para aplaudir, porque no solamente de tacos vive el hincha. Un clásico no tiene que ser bien jugado, tiene que ser vivido intensamente, tiene que ser encarado con el sable desenfundado, y con la testosterona en su punto más alto. Con estos ingredientes sobre el terreno, es muy difícil que un verdadero hincha se vaya desilusionado del estadio.


No vimos un gran partido en lo técnico el sábado, es verdad, pero la entrega es siempre para elogiar, aunque don Alberto Beingolea no lo acepte. El clásico se jugó con más amor propio que fútbol, con más corazón que piernas, y es que antes de vociferar la sarta de cojudeces que se han estado diciendo, hay que considerar que tanto la U como Alianza se encuentran aún con vida en la copa Libertadores, y la cantidad de partidos que vienen afrontando son de un nivel estresante para el futbolista. Y finalmente, aunque los tradicionales se indigesten, el partido estuvo íntimamente ligado a lo que exigen sus entrenadores, mucho orden, mucho rigor táctico y mucho trajín.

Ahora esta en manos de esos mismos veintidós meter a sus equipos en la siguiente fase de la copa, lo que sería un gran paso para el fútbol peruano, que hace mucho tiempo no clasificaba dos de sus exponentes a octavos y así acallar las críticas sin sentido de las que son víctimas, porque el periodista ladra muchas veces sin sentido, y es que el fútbol es de hinchas, no de “sabios”.

No fue el mejor clásico, pero no fue el peor, se metió, se luchó, se guerreó y eso basta para aplaudir, no se puede uno ir contento, pero si conforme con lo que pusieron los futbolistas en la cancha, con que la camiseta se respetó. Las deficiencias técnicas de Carmona, de Aparicio, de Rabanal, de Prado, no las vamos a descubrir hoy, pero a falta de clase, bueno es el coraje, aunque para el Niembro peruano haya sido un partido muy, pero muy, malo.

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