El fútbol peruano mostrará su mejor cara al ver enfrentados a sus dos equipos más representativos en una final no apta para cardiacos. Universitario de Deportes y Alianza Lima disputarán dos -y quizá tres- infartantes encuentros que definirán al Campeón Nacional, con ese sabor especial que deja en cualquier hincha dar la vuelta frente al clásico rival.
Quizá hoy se frotan las manos quienes idearon y establecieron este modelo de Torneo Descentralizado, pues sin duda es el final soñado. Quizá esa sea la excusa perfecta para defender esta tan ridícula modalidad de torneo, pero finalmente, clásico es clásico, y no se podía sospechar un fin de fiesta mejor, con las dos hinchadas más grandes del país en el punto máximo de la efervescencia.
Lamentablemente, y como era de esperarse, en nuestro país ninguna fiesta puede ser completa, y al parecer el incapaz ataviado de galones que maneja el ministerio del interior no permitirá que el clásico se juegue en el Estadio Monumental, aduciendo la ausencia total de condiciones y una total incapacidad de las fuerzas del orden para controlar a las barras, siempre con la cobarde estrategia de utilizar como argumento la muerte de María Paola Vargas. Sin intentar apañar, ni justificar, a lo largo de estos últimos años, ¿cuántas muertes como la de la señorita Vargas han habido?, innumerables, igual de censurables, y a culpar a los equipos no es la mejor estrategia, es ir contra los verdaderos hinchas. Pero este señor Octavio Salazar está aprovechando este incidente para ensañarse con una institución a la que le tiene una marcada animadversión.
Pero a fin de cuentas, y lejos de los líos políticos, esta final es una bocanada de aire fresco para el fútbol peruano. Un final así, emotivo, luchado, le va a regalar al hincha una nueva ilusión. Lamentablemente sólo uno será el ganador, sólo uno disfrutará de la gloria, el otro será víctima del implacable apetito de burla del rival, y sin dudas vivirá un fin de año incómodo, por decir lo menos. Incluso el clásico ya empezó a jugarse fuera de la cancha, con Germán Leguía y George Forsyth, quienes empezaron a enviarse dardos en la semana, “Alianza no tiene arquero” y “Ese tío es medio tarado”. Y es que un clásico es así, genera pasiones, deja héroes y villanos, y el Perú ya lo empieza a vivir.
Quizá hoy se frotan las manos quienes idearon y establecieron este modelo de Torneo Descentralizado, pues sin duda es el final soñado. Quizá esa sea la excusa perfecta para defender esta tan ridícula modalidad de torneo, pero finalmente, clásico es clásico, y no se podía sospechar un fin de fiesta mejor, con las dos hinchadas más grandes del país en el punto máximo de la efervescencia.
Lamentablemente, y como era de esperarse, en nuestro país ninguna fiesta puede ser completa, y al parecer el incapaz ataviado de galones que maneja el ministerio del interior no permitirá que el clásico se juegue en el Estadio Monumental, aduciendo la ausencia total de condiciones y una total incapacidad de las fuerzas del orden para controlar a las barras, siempre con la cobarde estrategia de utilizar como argumento la muerte de María Paola Vargas. Sin intentar apañar, ni justificar, a lo largo de estos últimos años, ¿cuántas muertes como la de la señorita Vargas han habido?, innumerables, igual de censurables, y a culpar a los equipos no es la mejor estrategia, es ir contra los verdaderos hinchas. Pero este señor Octavio Salazar está aprovechando este incidente para ensañarse con una institución a la que le tiene una marcada animadversión.
Pero a fin de cuentas, y lejos de los líos políticos, esta final es una bocanada de aire fresco para el fútbol peruano. Un final así, emotivo, luchado, le va a regalar al hincha una nueva ilusión. Lamentablemente sólo uno será el ganador, sólo uno disfrutará de la gloria, el otro será víctima del implacable apetito de burla del rival, y sin dudas vivirá un fin de año incómodo, por decir lo menos. Incluso el clásico ya empezó a jugarse fuera de la cancha, con Germán Leguía y George Forsyth, quienes empezaron a enviarse dardos en la semana, “Alianza no tiene arquero” y “Ese tío es medio tarado”. Y es que un clásico es así, genera pasiones, deja héroes y villanos, y el Perú ya lo empieza a vivir.
De Julbo Chicha |
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