De Julbo Chicha |
Si la triple corona del Barcelona fue una reivindicación de los “dioses del fútbol” para con los hinchas del deporte más hermoso del mundo, el subcampeonato de Huracán es un golpe directo al corazón de quienes amamos el fútbol bien jugado, ese que los ignorantes daban por muerto. Todo sin desmerecer la campaña de Vélez Sarsfield, digno campeón, aunque con una enorme ayuda de un arbitro que demostró no estar a la altura de la gesta, y terminó por despintar un campeonato que tuvo como mayor mérito explicar a toda Sudamérica, que significa eso que reza aquel comercial del Banco Santander ... “Nosotros no hacemos “football”, hacemos FÜTBOL!!.
El Huracán de Ángel Cappa, sino uno de los últimos románticos del fútbol, demostró que con un buen trato de balón y sin contrataciones millonarias, se puede hacer un gran equipo, se puede jugar en conjunto, se puede pegar la pelota al piso o lanzarla con criterio y en el momento justo. Porque jugar bonito no implica pasarlas todas de taco o ejecutar un corner de rabona. Jugar bonito implica ser inteligente, respetar la esencia del juego y apelar como arma principal al balón, para practicar correctamente este deporte maravilloso. Lamentablemente, para ciertos tarados, Usaín Bolt sería el delantero ideal para jugar por fuera, acompañado de forma perfecta por Yao Ming, gigante chino de dos metros veintidós, como un nueve de área, ganándolas todas arriba. A pesar de que ambos tienen tanto dominio de balón, como Burga dignidad.
De un tiempo a esta parte, el torneo gaucho había caído en un tremendo bajón, se convirtió en predecible. Pero esta temporada apareció este Huracán maravilloso, que respetó el balón, que despertó simpatías, que como dijo Cappa, “reivindicó al fútbol argentino”, que demostró que en el fútbol no siempre gana el que más gasta, sino pregúntenle a Florentino. Lamentablemente, y por esas injusticias que tiene la vida, no se pudo coronar campeón.
Pero el fútbol da revanchas, y Cappa, como profesional exitoso y viejo zorro de mil batallas, sabe que esta no será su última pelea, pues todavía tiene delante una de sus tareas principales, preservar el espíritu de juego, mantener viva la inmanencia de un deporte que se pierde entre los millones y la venta de camisetas. Todavía Ángel, te queda la parte más difícil, la de cual caballero templario, proteger el santo grial, ese que esconde los misterios del fútbol bien practicado. Y no será sino transmitiendo la idea de generación en generación, dejando legado, dejando marcados a los Guardiolas, Valdanos, etc.. Esos que todavía creen que es mejor llegar al arco con diez pases, que tirando un pelotazo y corriendo a buscarla.
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